domingo, 28 de septiembre de 2014

CAPITULO 25




Ella no miró hacia otro lado, o se rió, o sacudió sus pestañas, o hizo cualquier número de comportamientos coquetos. Sus ojos se encontraron, y vio lo que había visto esa noche en el club y en su dormitorio. Calor.Necesidad. Deseo. Su estado de excitación se amplificó a un millón.


Confinada en sus vaqueros, su polla se hinchó a un estado casi doloroso.


Dios, no quería nada más que ponerse de rodillas y rendirle culto.


El pecho de Paula se levantó bruscamente, y finalmente rompió el contacto visual. Alcanzando su copa, bebió casi todo... y eso era un poco caliente—. Así que… —Se aclaró la garganta—, Mariana nunca me dijo qué estudiaste en la universidad.


—Gestión Deportiva —respondió con la voz ronca—. ¿Tú?


—Historia. —Sonrió un poco.


—¿Empollona de la historia?


—Puedes apostar.


Ellos iban y venían así, tomando turnos haciendo una pregunta tras otra. En algún momento, se trasladó a sentarse a su lado, con las piernas apretadas. Pasaron las horas. Otro vaso fue rellenado. Descubrió que había querido ser una antropóloga, pero había decidido no ir por ese camino. No dio más detalles, y cuando él le dijo que sus padres nunca habían visto uno de sus juegos, no lo presionó. Habló de la Gala y él le contó lo que era vivir en la carretera durante la temporada. De vez en cuando, sus ojos se encontraron y ese anhelo ardía vivo.


Lo deseaba —lo sabía. Tal vez incluso tanto como él la deseaba, y su cuerpo estaba apretado, su polla palpitaba cada vez que ella se movía y sacudía su cuerpo.


Pero a medida que se acercaban a la 1 de la mañana, ella se levantó para ir a la cama, y él se lo permitió. De hecho se quedó y dijo buenas noches.


Paula se detuvo bajo el hueco de la escalera, la suave luz le tocaba su profundo cabello castaño. —Buenas noches, Pedro.


Se sintió asentir con la cabeza y luego obligó un pie delante del otro, no yendo donde su cuerpo quería. Dentro de su dormitorio, cerró la puerta y luego se apoyó contra ella, presionando su frente contra la fría madera.


—Mierda.


Esta noche realmente iba a ser la noche más larga de su vida, sobre todo porque el autocontrol no era algo que normalmente practicaba.

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