domingo, 5 de octubre de 2014

CAPITULO 41



Había pasado sólo una hora dentro de la Gala de Recaudación de Invierno, su rostro dolía de tanto sonreír y sus pies la estaban matando de evitar a Roberto y a Mariana.


Realmente no era justo para Mariana, pero tenía a Pablo con ella, y además, el hecho de que él lucía tan parecido a Pedro era un poco inquietante. Además él inmediatamente quería saber qué demonios había arrastrado el trasero de Pedro desde Navidad.


Dolía siquiera pensar en responder a eso, y ella sabía que
eventualmente tendría que hacerlo una vez que la señorita Gore se rindiera ante la idea de tener a Pedro viniendo. La muy real ruptura de su muy falsa relación se haría pública pronto.


Paula intentó no pensar en eso mientras saludaba a los invitados y llevaba la cuenta de los abastecedores. Estaba bastante segura de que uno de ellos estaba drogado como un cometa. Se debatía entre pedirle al chico que se fuera, o descubrir dónde tenía su escondite.


El Director Bernstein se acercó a ella con una sonrisa cálida y estrechó sus manos entre las suyas.


—La Gala es increíble, Señorita Chaves. Usted y la Señorita Gonzales se han superado este año.


—Gracias. Espero que podamos tener la misma concurrencia el próximo año.


La piel alrededor de los ojos de él se arrugó.


—Bueno, mientras ese novio suyo esté cerca, estoy seguro de que la tendremos.


Paula parpadeó lentamente.


—¿Disculpe?


Dándole una palmada en el hombro, él rió suavemente.


—No hay necesidad de fingir. Sé que el señor Alfonso me pidió que mantuviera su donación en secreto, pero estoy seguro de que tuvo que haber compartido este acto de generosidad con usted.


El estómago de ella cayó.


—Gracias a él, el departamento de voluntariado verá la luz otro año más, probablemente dos. —El Director Bernstein le apretó el hombro, pero ella realmente no lo sintió—. No debería haberlo echado tan rápido.
Después de todo lo que ha hecho por el Instituto, debería estar aquí..


—Uh... —Paula no tenía idea de qué decir.


El director le dio otro apretón.


—Disfrute esta noche. La merece. Y por favor llévele mi gratitud al señor Alfonso.


Paula asintió estúpidamente y observó al Director Bernstein
reunirse con su esposa. Varios momentos pasaron antes de que todo finalmente se entendiera.


Pedro había hecho la última donación que puede que no sólo salvara al departamento en sí mismo, sino que había salvado su trabajo, y eso era lo que había hecho que ella fuera reinvitada a su propio evento. La esperanza y la confusión se debatían por ser el principal candidato de lo que estaba sintiendo en ese momento. Obviamente, él había hecho esto antes de descubrir que ella había estado engañando al ser su novia.


¿Verdad?


Esquivando invitados, encontró a Mariana con Pablo.


—¿Sabías esto? —le espetó.


Los ojos de Mariana se ampliaron.


—¿Si sabía qué?


—¿Sabías que Pedro fue el que hizo la donación que nos llevó a nuestra meta?


—¿Qué? —Ella se giró hacia Pablo, pegándole en el hombro. Fuerte—. ¿No me dijiste?


De acuerdo. Mariana realmente no sabía.


—Oye. —Pablo levantó las manos—. No tengo idea de lo que están hablando.


—Oh por dios —dijo Paula, aturdida—. No puedo creer que hiciera esa donación. Era demasiado dinero.


—Maldita sea —dijo Pablo, con las cejas arqueadas—. No creo que Pedro jamás haga una donación a nada excepto cuando juega al poker, porque es seguro que perderá. El Smithsoniano debería poner una habitación con su nombre.


Mariana rió.


—En realidad, deberían ponerle el nombre de Paula, porque estoy segura de que esa es la razón por la que hizo esa donación.


Dándose la vuelta, Paula alisó las manos sobre la falda de su simple vestido negro. Tenía que hacer algo. No sabía qué o si cambiaría la maldita cosa, pero tenía que agradecerle.


Paula tenía que preguntarle por qué.


Dándose la vuelta hacia Mariana otra vez, dio una respiración profunda.


—Yo... me tengo que ir.


—¿Qué? —Mariana se acercó—. Paula, ¿estás...?


—Estoy bien. En serio. —Hizo una pausa para sonreírle a Pablo—. Sólo necesito irme, ¿de acuerdo?


Dándose la vuelta, no esperó a que Mariana o Pablo dijeran nada más. Se abrió paso a través de la habitación principal, apresurándose a repartir sonrisas y se mantuvo en movimiento para no ser detenida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario