domingo, 21 de septiembre de 2014

CAPITULO 10



—¿Me estas jodiendo? —exigió Pedro.


Desde la silla a su lado, la Señorita Palo-En-Su-Trasero le lanzó una mirada desagradable. —Veo que el lenguaje es otra cosa en la que tendremos que trabajar.


Pedro aspiró lentamente y… Al demonio. —Esto es ridículo. 
No necesito una niñera.


—La señorita Gore no es una niñera — dijo Jack Stein
lastimeramente. Su agente se había quitado la chaqueta y enrollado sus mangas hacia arriba. El sudor perlaba su frente y su cabello oscuro lucía como si sus dedos hubieran hecho un recorrido por él muchas veces—.Ella es una publicista que el Club está exigiendo…


—¿Exigiendo? —Pedro apoyó sus manos en el escritorio de su agente y se inclinó— ¿Desde cuándo están exigiendo esto?


Jack señaló el contrato. —Los National están dispuestos a firmar de nuevo, Pedro. Están dispuestos a pagarte más dinero…


—¿Pero?


La señorita Gore aclaró su garganta. —Pero si desea seguir jugando para los National, estará de acuerdo en organizar su actuar… bajo mi supervisión.


Jack cerró sus ojos y dejó escapar un largo suspiro.


Muy lentamente, Pedro se obligó a dirigirse a ella por primera vez desde que supo quién era y por qué estaba allí. 


Dos ojos de color marrón oscuro lo encontraron desde detrás de unos lentes cuadrados. Esa mirada lo hacia querer proteger sus testículos. De verdad.


La señorita Aldana Gore era el epitome de recatado y jodidamente adecuado. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño severo. Sus pantalones de traje eran de un color gris turbio, y estaban mal ajustados.


Sus zapatos parecían algo que las monjas usarían para patear niños. Ni una gota de maquillaje cubría su rostro. 


Podría haber sido en realidad una mujer agradable de ver si supiera cómo sonreír.


Ella no estaba tan sonriente ahora mismo.


Pedro se cruzó de brazos. —¿Y exactamente cómo se supone que organizaré mi actuar?


—Bien, para empezar, trata de mantener tu pene en tus pantalones por más de veinticuatro horas.


Jack sonaba como si se hubiese ahogado, pero Pedro sólo miró a la mujer. —¿Disculpa?


La señorita Gore sonrió, y mierda, eso la hizo más atemorizante. — Permítame hacerle una pregunta, Sr. Alfonso. ¿Quiere jugar para los National?


Pregunta estúpida. —¿Usted qué cree?


Su sonrisa no se desvaneció. —Y usted no quiere dejar la ciudad, ¿correcto? —Cuando el entrecerró los ojos, ella siguió—. He hecho mi investigación sobre ti, Pedro. Tienes dos hermanos y ambos viven en la ciudad. Eres muy cercano a ellos. Ustedes tres están unidos por la cadera.
Ninguna otra familia excepto por los Gonzales. —Pausó, arrugando su nariz—. ¿Ellos manejan una tienda de apocalipsis?


—No es una tienda de Apocalipsis. —Pedro estaba acostumbrado a defenderlos—. Es una tienda de preparación para…


—Lo que sea —dijo muy dulcemente.


La piel de Pedro empezó a picar.


—En muchas de sus entrevistas pasadas, ha dejado muy claro que no quiere dejar su ciudad o a sus seres queridos. —Se inclinó hacia adelante, juntando sus manos alrededor de su rodilla cruzada—. Así que si quiere permanecer aquí y ser pagado para jugar béisbol, entonces tendrá que hacer exactamente lo que diga.


Él se volvió a su agente. —Esto es drástico.


—¿Drástico? —La señorita Gore se inclinó, tiró el periódico de su inmenso bolso, y Pedro maldijo—. Fue fotografiado en una cama junto a tres mujeres.


—¡No tuve sexo con ellas!


Ambos Jack y la señorita Gore compartieron miradas dudosas. —¿Y qué hay de esa modelo de Victoria’s Secret con quién fue visto la semana pasada? —preguntó ella.


—¡Tampoco dormí con ella! —Tomó una respiración profunda—. De acuerdo. Sí dormí con ella hace como ocho meses, pero no lo he hecho recientemente. Somos amigos.


La mirada en la cara de la publicista dijo que cuestionaba su
definición de amistad. —¿Y las gemelas de hace cuatro semanas?


Dios Santo, ¿esta mujer era una acosadora? —Las gemelas solían salir con uno de mis hermanos. Nosotros…


—Son sólo amigos, ¿cierto? —Su sonrisa se tensó. Él le lanzó una mirada suave y ella lo ignoró—. Y está éste club que le gusta frecuentar.
¿Cuero & Encaje? Déjeme adivinar, usted va allí a buscar nuevas amigas.


Chad la fulminó con la mirada. —Gracioso.


La señorita Gore parecía bastante orgullosa de sí misma. 


Todo el problema era el hecho de que Pedro no había tenido sexo con nadie en los últimos tres meses. Seguro, no era un periodo de sequía astronómica, pero para él, era épico. 


Demonios, no había estado interesado en ninguna mujer
hasta que se topó con Paula.


Mierda.


Esa mujer era la última en la que quería pensar. Él todavía estaba molesto y confundido acerca de ella dejándolo mientras estaba en el maldito baño, y ahora estaba afrontando esta mierda.


La señorita Gore dejó caer el periódico en el escritorio. —Usted probablemente no sabe quién soy, pero puedo asegurarle que nada es más importante para mí que mi trabajo, y su Club me contrató para reparar su imagen.


—Mi imagen no necesita ser reparada. —Se volvió hacia Jack—. No dormí con ninguna de esas mujeres.


—Solo escúchala —sugirió Jack con voz cansada.


—No importa si dormiste con el piso entero de un dormitorio de chicas o no —dijo la señorita Gore—. Todo es acerca de la percepción, y ahora mismo el Distrito piensa que eres un prostituto.


Pedro volvió los ojos muy abiertos a la mujer. —Guau.


—Es la verdad —hizo un movimiento con la mano—. He
representado atletas profesionales, músicos y celebridades mucho peores que usted.


—Cielos, haces maravillas para la autoestima de un hombre.


La señorita Gore se echó hacia atrás, doblando esas recatadas manos. —De alguna forma dudo que tengas algún problema con tu autoestima. En mi experiencia pasada, he lidiado con adicción, problemas de ira, y aventuras sexuales que harían que las tuyas parezcan una película de Disney. Todas y cada una de las imágenes de mis clientes estaban más allá de empañadas cuando llegué a bordo. ¿Recuerdas aquella estrella juvenil que tuvo una afición por las inyecciones de Botox y cocaína? Ya no la ves en los clubes de moda, y está trabajando en Hollywood de nuevo. Así que tengo experiencia con niños crecidos que no les importa cómo sus acciones afectan a los demás. He construido una carrera reparando la imagen de aquellos en el centro de atención. Nunca he fallado en ello, y usted no será diferente.


Oh, él iba a ser muy diferente. —Mire, estoy seguro de que es muy buena en lo que hace, pero yo no la necesito.


—Y ahí es donde está muy equivocado. —La señorita Gore lo enfrentó con su mirada.


Pedro se sentó y tomó los bordes de la silla. Él nunca había
insultado a una mujer antes, pero demonios, estaba acercándose.


Jack aclaró su garganta. —Sé que piensas que no necesitas esto, Pedro, pero no tienes opción.


—Pura. Mierda.


Como si hubiera esperado ese tipo de respuesta, Jack abrió un expediente y le entregó varios documentos grapados a Pedro. Él los tomó, rápidamente dándose cuenta que era su contrato, y abrió la página de estipulaciones.


Él la escaneó y suspiró. —Mierda.


—Lo siento —dijo Jack, rascando su quijada—. Si no aceptas trabajar con la señorita Gore y hacer lo que ella diga, los National no te firmaran de nuevo, e incluso podrían dejarte salir antes de tu contrato existente.


Estaba absolutamente estupefacto.


—Esto es por tu propio bien si deseas seguir jugando béisbol aquí —dijo Jack.


Pedro no tenía idea de qué decir. Ira e incredulidad se estrellaron contra él con la fuerza de un camión Mack, el cual le pasó por encima, retrocedió y luego lo hizo de nuevo. 


Mierda.


—Tomaré su silencio como aceptación —dijo la señorita Gore—.Empezaremos a trabajar de inmediato.


—¿En serio? —refunfuñó.


—En serio. —Ella metió la mano en su bolso de nuevo y dejó caer un archivo del tamaño de una maldita enciclopedia en su regazo, haciéndolo gruñir—. Este es mi contrato.


—Jesús.


—Y verá que en su contrato de los National exigen que firmes este.


—Se inclinó hacia adelante y abrió la pila en la página veinte—. Esta es la lista de opciones de estilo de vida nuevo.


¿Opciones de estilo de vida? Él quería reír, pero nada de esto era gracioso. Sus ojos se movieron por la lista y casi se ahogó. —Santo… —No habían palabras. Seriamente.


No beber en público. No trasnochar. No bares o clubes de estatus cuestionables. No mujeres. Resopló a eso. Mujeres, en plural, porque él era un prostituto de acuerdo a la Señorita Palo-En-Su-Trasero.


Bueno, y de acuerdo a sus hermanos, lo que sea.


—Esto es de risa —dijo finalmente, sacudiendo su cabeza—. No soy un chico de diecisiete años. Soy un adulto.


—Bien. Estoy de acuerdo. —Ella sonrió de nuevo—. Ahora es el momento para que empiece a actuar como tal. Espero que revise todo lo que hay ahí, porque seguirá esas reglas. 
Mi reputación depende de eso, y a diferencia de usted, en realidad me importa cómo el público me ve.


En realidad no le gustaba esta mujer.


—Necesitas hacer esto, Pedro. Sé lo mucho que este equipo significa para ti y esta ciudad, tus hermanos —dijo Jack, levantando un bolígrafo y ofreciéndoselo—. Necesitas firmar esto y sólo seguir con ello. En unos meses cuando las cosas se calmen, no será tan malo.


Pedro miró a su agente, sintiendo que acababa de ser traicionado.


Luego su mirada cayó a los dos contratos en su regazo. La cosa es, que podría decir al demonio e ir sin agente. Los Yankees lo tomarían en un latido de corazón, pero la publicista tenía razón. Dejar esta ciudad y a sus hermanos era la última cosa que quería. Él y sus hermanos tuvieron una infancia de mierda en su frío y estéril hogar. Si no hubiera sido por la familia de Mariana, Dios sabe dónde cualquiera de ellos estaría en este momento. Demonios, era el papá de Mariana quién solía ir a sus juegos en las Ligas Pequeñas.


Maldita sea. Esta ciudad tenía un montón de malos recuerdos, pero los buenos… Sí, esos superaban la mierda por la cual su padre y madre lo arrastraron a él y a sus hermanos. Necesitaba estar cerca de sus hermanos o lo que estaba haciendo ahora parecería un juego de niños. Irse no era una opción. ¿A quién engañaba por siquiera pensar que lo haría?


Sólo no pensó que terminaría allí, con una niñera. El Club lo tenía por las pelotas.


Echó la cabeza hacia atrás y gimió. —Están jodiéndome.

3 comentarios:

  1. Geniales los 2 caps!!! Me da para pensar que nos vamos a divertir mucho de ahora en adelante jajajaja.

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  2. Muy buenos capítulos! Pero cuanto le va a durar no pisar el palito?

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