martes, 23 de septiembre de 2014

CAPITULO 14




Nunca en su vida había sufrido a través de un almuerzo más torpe y no había ningún final a la vista. ¿Planeaba volver a escapar de Pedro?


Bueno, sí. ¿Estaba funcionando?


Su mirada bajó a donde su gran mano prácticamente había tragado el brazo. Podía sentir el calor poderosamente rodando fuera de su cuerpo en espiral, como si estuviera tomando sol en lugar de estar de pie en el frío viento.


No. Sus planes para escapar no funcionaban.


—¿Paula?


Alzó los ojos, encontrándose con el matiz azul profundo de los de él.


La mirada salvaje y posesiva en sus ojos le calentó y estremeció. Habiendo visto antes esa mirada, se humedeció los labios.


—Entonces, ¿me recuerdas?


—¿Recordarte? —repitió, bajando las cejas.


Dios, era guapo. Por mucho que odiara pensarlo, no había duda de que volvería a acabar en la lista de People’s de este año.


—¿Cómo podría olvidarte?


Su corazón salió disparado y se le secó la boca.


—¿Entonces por qué actuaste como si no supieras quién era? —Ella lo acusó.


—¿Por qué dices que sólo nos vimos brevemente y que no fue gran cosa?


Paula se erizó.


—No era como si fuera a decir, ―Oh, lo conocí en un club del que se rumorea es un club de sexo.Eso es algo privado, ya sabes. De todos modos, estoy segura de que hay un montón de mujeres que has conocido en ese club, así que, ¿por qué creería que destacaría para ti?


Dejando ir su brazo, pero sin moverse, él puso una mano en la pared de ladrillo al lado de su cabeza. Se preguntó cómo los vería la gente que pasaba. Sólo sería cuestión de tiempo antes de que alguien lo reconociera.


—Sólo hay una persona que hizo una audaz fuga antes de que la verdadera diversión comenzara.


Ella se sonrojó. ¿Verdadera diversión? Querido Dios...


Él inclinó la cabeza hacia un lado, entrecerrando los ojos.


—Durante un mes, he estado muriéndome por saber porque corriste.—Hizo una pausa, esperando—. ¿No te acuerdas de los detalles?


Ella cerró los ojos. No importaba lo mucho que lo intentara, los detalles de esa noche se habían negado a ser olvidados. 


Hasta el día de hoy, no podía entender cómo alguien como él, un dios maldito entre los hombres, habría estado interesado en ella o incluso se hubiera preocupado de saber por qué se había ido.


—Estoy más que feliz de recordarte —ofreció Pedro—. Te fuiste mientras yo estaba en el baño. Salí y te habías ido. Sin una nota. Sin un adiós. Nada.


—Yo...


—Y si mal no recuerdo —dijo, bajando la voz hasta un suave y sexy susurro—, hice que te corrieras dos veces antes de que salieras huyendo, así que no era como si no hubieras estado disfrutando y algo más.


Oh Dios, su cuerpo se calentó, pero no por vergüenza. El calor venía a partir de los recuerdos que sus palabras provocaron. Los dedos del hombre no eran más hábiles en el manejo de una pelota de béisbol, y su boca... Paula se estremeció.


—Así que, voy a preguntarlo de nuevo. ¿Por qué te fuiste?


¿Por qué se había ido como si el diablo estuviera pisándole los talones? No era la promesa oscura y sensual en sus ojos azul zafiro. O lo que le había dicho. Fue la temprana llamada en forma de mensaje de texto de una supermodelo rusa increíblemente hermosa.


Paula hacía tiempo que había aceptado que ella nunca sería una de esas mujeres que podrían ser consideradas petite. Y normalmente su confianza no flaqueaba, pero Pedro tenía que ser el tipo de hombre que estaba acostumbrado a los cuerpos apretados y ajustados. Y cuando al siguiente domingo vio en la sección de chismes una foto de él con esas tres mujeres, ella supo que irse lo más deprisa que pudo había sido la decisión correcta. Quizás Pedro había estado con el estado de ánimo para algo diferente ese fin de semana y lo último que quería era ser su experimento con chicas exuberantes.


Apartando la mirada, respiró hondo mientras una serie de
acelerados taxis hacían sonar sus bocinas.


—Está bien, tal vez no debería haberme ido sin decir algo —
admitió—. Pero nunca había terminado así antes.


—¿Qué? ¿Teniendo un orgasmo estremecedor?


Caray, eso era cierto en parte, pero maldita sea, su arrogancia no conocía límites. Ella negó con la cabeza.


—No. Yo nunca he ido a la casa de un hombre...


—¿Con alguien de una noche? —interrumpió él. La duda nublaba su tono—. ¿Nunca has tenido una aventura de una noche?


Paula lo miró. Ella no podía dejar de ser consciente de lo cerca que estaban sus labios.


—No es de tu incumbencia.


—Estoy a punto de hacerlo de mi incumbencia —respondió.


No podía creer que estuviese allí con él, discutiendo sobre su historia sexual. Moviéndose a un lado, ella dijo—: Tengo que volver al trabajo. Fue muy agradable...


Pedro puso su mano libre en el otro lado de su cabeza, atrapándola sin salida. Ella dudaba ser capaz de deslizarse bajo sus brazos. La mirada en sus ojos dijo que podría gustarle que lo intentara.


—Quiero saber por qué huiste —exigió de nuevo.


La frustración se desbordó. Su barbilla se alzó en rebeldía.


—Tal vez no me gustó la forma en que me estabas dando órdenes, diciéndome cuándo correrme y todo eso.


—Tú estabas disfrutando de lo que estaba haciéndote. Ni siquiera lo niegues. —Los labios de Pedro se difundieron en una media sonrisa—. Me gusta ser dominante, Paula. Eso no debería ser una sorpresa, teniendo en cuenta dónde nos conocimos.


No podía creerse que estuvieran teniendo esta conversación en un lado de la calle, todo al aire libre y esas cosas.


—La gente que va a ese bar... saben qué tipo de personas frecuentan el lugar. —Pedro hizo una pausa—. Mierda. ¿De veras que no tienes ni idea de lo que Cuero & Encaje es?


El calor se deslizó por sus mejillas.


—Es sólo un bar...


—No. Es un bar que ofrece intercambios de parejas, dominación y sumisión.


Oh, Dios mío. Paula lo miró fijamente. Hasta ese momento, ella realmente no creía en ninguno de los rumores y mientras que había algunas cosas extrañas allí, no era por lo que se había escapado. Habría saltado delante de un taxi a exceso de velocidad antes de que ella admitiera realmente por qué había corrido.


—¿Yo estaba en ese tipo de club?


Él asintió con la cabeza.


—¿ estabas en ese tipo de club?


Santa Mierda, ella tenía imágenes de él atando su parte baja al freno de ese tren antes de que pudiera despegar completamente.


Una sonrisa se dibujó en sus labios.


—No soy muy grande en el modo de vida, pero me gusta dominar en la cama.


Ese tren totalmente había partido, llevándose los lazos de seda, vendas en los ojos, y cera de vela. Toda clase de cosas que había leído en el erotismo.


—Bien, ahora que sé que no tenías ni idea de en lo que te estabas metiendo, que por cierto, es algo lindo, sigues sin decirme nada. No fue como si te hubiera esposado a la cama o asustado. —¿Esposas? Un fuego lento se inició en su vientre, aunque se preguntó si debía estar tan excitada por la idea—. Y no tienes nada que temer de mí —continuó Pedro en voz baja y suave—. Tu placer hubiera venido primero cada vez.


Dios, deseó que no hubiera dicho eso.


—No tiene importancia. No estoy interesada...


—A. La. Mierda. Estabas interesada. Y estás interesada ahora. — Pedro se inclinó tan cerca que cuando hablaba, sus labios rozaron su mejilla, enviando escalofríos directamente a su corazón—. Puedes no haber sabido lo que era Cuero & Encaje, pero te fuiste a casa conmigo porque me deseabas. No tengo ni idea de por qué huiste, pero aun así, estabas muy interesada.


—No estaba...


Él maldijo en voz baja y después ahuecó sus mejillas. Sus manos eran ásperas de años de jugar al béisbol, pero le gustaba la sensación. Él inclinó la cabeza hacia atrás y sin ninguna otra advertencia, llevó su boca a la suya, besando lejos sus protestas y negaciones. Su lengua se deslizó en sus labios, enredándose con la suya.


El beso fue uno de puro dominio y control. Su manera de
demostrarle que se sentía atraída hacia él y seguía muy interesada. Y no había sentido en mentir o en lanzar falsas protestas en ese punto. Su cuerpo se rindió al beso. 


Agarrando la parte delantera de su jersey, ella se
hundió en su cuerpo duro y le devolvió el beso con fervor.


Pareció una eternidad antes de que él levantara la cabeza,
respirando tan pesadamente como ella. Mirándola, tragó saliva y lentamente quitó las manos de sus mejillas.


—Como he dicho, todavía estas muy, muy interesada.

3 comentarios:

  1. Qué geniales los 2 caps!!!!!!! Espero ansiosa los de mañana

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  2. Geniales los 2 capítulos! q bueno q ella terminó aflojando, espero q Pedro no la lastime!

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