martes, 30 de septiembre de 2014

CAPITULO 30




Paula cuadró los hombros, esperando una avalancha de
comentarios maliciosos y, probablemente, una conferencia sobre lo malo que Pedro era en las relaciones. Sólo Dios sabía si se había acostado con alguna de estas mujeres.


—Tú debes ser Paula —Una rubia esbelta extendió una delicada mano. Ataviada con un pequeño vestido negro, se veía como una estrella de cine junto a Paula—. Hemos estado escuchando mucho acerca de ti.


—No de Pedro. Él no es del tipo besa y dice —dijo otra mujer.


Paula pensaba que su nombre era Tori a partir de una presentación anterior.


—Me encanta tu vestido —dijo otra mujer, sus ojos rasgados
fuertemente delineados con kohl—. Es un color tan hermoso.


Paula abrió la boca pero no estaba segura de qué decir.


—Estoy tan contenta de que haya encontrado a alguien —dijo una belleza de pelo negro—. Pedro necesita una buena mujer.


Paula estaba atónita.


Una mujer con piel de color caramelo se adelantó con una amplia sonrisa. —Lo siento. Probablemente estés como, qué demonios, con todas nosotras convergiendo hacia ti. Sólo nos emocionamos siempre que hay una posibilidad de que podamos superar en número a los hombres. Mi nombre es Vanessa. —Ella extendió una mano—. Mi esposo es el número quince, el parador en corto. Drew Berry.


Paula tomó su mano, reconociendo el nombre de su marido. —Es un placer conocerte.


Vanessa sonrió e hizo una ronda de presentaciones que fueron un borrón para Paula —Deberíamos hacer algún tentempié a media mañana o una cena, tú trabajas ¿no?


Ella asintió mientras otra mujer sonrió. —¿O Pedro te dejará fuera de su vista el tiempo suficiente? Porque parece el tipo de hombre al que le gusta mantener a su mujer ocupada.


Un rubor se deslizó por su rostro un instante antes de que Pedro se le acercara por detrás, deslizando un brazo alrededor de su cintura. — ¿Estás bien aquí? —Susurró, y cuando asintió, él habló más alto, dirigiéndose a la multitud de hermosas y sorprendentemente agradables mujeres—. Todas ustedes lucen encantadoras esta noche.


Vanessa rodó sus ojos. —Pedro, encantador como siempre.


—Él debe hablar con mi marido —añadió Tori, y varias mujeres se rieron—. ¿Sabes lo que Bobby me dijo esta noche? Que lucía como el mejor corte de carne. —Puso los ojos en blanco—. Puedes sacar al chico de Texas, pero no puedes sacar a Texas del chico



—Ser comparado con carne es una de las más elevadas formas de adulación —explicó Chad, dándoles su mejor sonrisa. La que enganchó, alineó y hundió a cerca de mil mujeres—. Odio hacer esto, pero voy a robarles a Paula.


—Que se diviertan. —sonrió Vanessa—. Tengo que ir a buscar a mi marido. Nuestra niñera cobra por media hora. Estoy bastante segura de que hemos pagado su universidad para este momento.


Después de una ronda de despedidas y la promesa de conseguir el número de teléfono de Vanessa para organizar el tentempié a media mañana, ¿la gente seguía comiendo el tentempié?, estaba a solas con Pedro de nuevo.


Le metió un salvaje rizo detrás de su oreja. —¿Estás lista para salir de aquí?


—Sólo si tú lo estas —dijo. A pesar de que sus tacones la estaban matando, no quería salir corriendo de él. Y además, cuando terminó, cada velada les trajo una noche más…


Se interrumpió.


—Lo estoy. —Tomó su copa—. Vamos a ver si podemos hacer una salida limpia.


Lo dejó tomar su mano, y manteniéndose en los bordes de la sala de baile, hicieron todo el camino hacia afuera antes de que alguien los notara.


Una ligera nevada había comenzado a caer mientras se apresuraban más allá de los fotógrafos que esperaban.


Pedro la giró de nuevo, lo que provocó un aluvión de cámaras saliendo. Le lanzó una mirada asesina, que él devolvió con una satisfecha sonrisa conocedora.


Una vez dentro del Jeep, se volvió hacia ella. —Entonces, ¿cómo crees que fue esta noche?


Suponiendo que se refería a su contrato, le sonrió mientras se deslizaba fuera del chal y lo doblaba sobre su regazo. —Creo que no vas a tener ningún problema. Todo el mundo parece impresionado con el nuevo y más comportado Pedro.


Él se rió entre dientes. —Yo no estaba hablando de eso. Me refiero en general.


—Oh. —Su sonrisa se extendió—. Fue muy divertido. La gente fue muy agradable.


—¿Esperabas que no lo fueran?


Lo consideró. —Supongo que sí. —Luego se echó a reír—. Vanessa me invitó a un tentempié.


Su sonrisa la calentó. —Deberías ir.


—No... —Su voz se desvaneció.


—¿Mmm?


Se encogió de hombros. Le parecía obvio, pero quizás Pedro ni siquiera estaba pensando del modo en que en ella lo hacía. Y tenía que dejar de pensar en ello por completo.


Echándole un vistazo, fue golpeada nuevamente por su belleza masculina. Incluso mientras conducía, la mirada de concentración que bajaba sus cejas y entrecerraba sus ojos agitó el calor en su interior.


Pensó en lo que había hecho por ella, para ella, en el vestuario.


Su pulso se disparó.


Tal vez fue el recuerdo de sus dedos maravillosos y el placer que le había dado. Tal vez fue el champán que había bebido y la gran noche que tuvo. Tal vez fue porque Pedro era caliente, y quería hacer por él lo que él había hecho por ella.


Quién sabía lo que le dio la idea, pero Paula iba a ir con el número tres y no miraría hacia atrás. Había decidido en algún momento de esta noche que quería tantos recuerdos como fuera posible reunir antes de que su tiempo juntos terminara. Los necesitaría para las frías noches de invierno sola en su futuro cercano.


Así que antes de perder el valor, alargó la mano mientras esperaban en un semáforo rojo, colocándola sobre su muslo. La cabeza de Pedro giró de golpe en su dirección. 


Una sola ceja subió. Le dio lo que, esperaba, era una sonrisa sexy.


Sus ojos se clavaron en los de ella, y Paula tomó una respiración profunda. La sangre latía con fuerza, deslizó la mano por su pierna y lo tomó a través de sus pantalones.


Las caderas de Pedro se torcieron, y gimió. —¿Qué... qué estás haciendo,Paula?


Se mordió el labio mientras pasaba el dedo pulgar por su longitud.


El hombre ya estaba duro como una roca. —Sólo devolviendo el favor.


—¿Devolviendo el favor? —dijo con voz ronca.


Inclinándose más allá, consiguió que su otra mano participe en la diversión y bajó la cremallera. El botón fue lo siguiente y, madre santa, Pedro no llevaba ropa interior y todo se extendía hacia ella. La mirada de Paula se desvió hacia arriba. —La luz está en verde, Pedro.


—Sí, el verde significa avanzar. —Pisó el acelerador, pero estaba apenas pasando el límite de velocidad.


Le bajó los pantalones, deslizando su mano hacia arriba y abajo por su dura longitud. La humedad acumulándose en la punta, aumentando cada vez que deslizó el pulgar por encima de su cabeza. No pasó mucho tiempo antes de que sus caderas se movieran hacia arriba a su tacto, sus nudillos blancos de agarrar el volante.


Y no había terminado con él.


Cuando llegaron a otro semáforo en rojo, se desabrochó el cinturón de seguridad. Los ojos de Pedro se abrieron con la realización. Le dio una pequeña sonrisa y luego se inclinó, llevándolo a su boca.


—Oh infiernos —dijo Pedro entre dientes.


Sus caderas se levantaron, y le encantaba eso, le encantaba su sabor salado, masculino. Envolviendo su mano alrededor de su base, lo deslizó hacia arriba, mientras su boca bajaba, tomándolo hasta donde pudo.


—Paula, tú... —gimió Pedro—. Esta fue probablemente la peor y... —Contuvo el aliento—… la mejor idea que has tenido.


Gimió a su alrededor, y él hizo un sonido bajo profundamente en su garganta. Posó su mano en su cabeza, envolviendo los dedos en el pelo. No pasó mucho tiempo antes de que guiara su velocidad. Cuando movió la lengua por la cabeza de nuevo y su cuerpo se sacudió, ella no tenía idea de cómo no lo arruinó.


Un escalofrío recorrió su cuerpo. —Paula, si no te detienes, voy a...


Eso es lo que quería. Apretando su agarre, bombeó más rápido mientras tiraba los labios hacia atrás, raspando la sensible cabeza con sus dientes.


Y eso lo hizo.


Sintió su liberación a través de su cuerpo. Él trató de levantar su cabeza, pero Paula no había terminado. Estaba en esto hasta el final, y vaya que lo terminó. Cuando por fin alzó la cabeza, vio que iban a unos dieciséis kilómetros por hora y Pedro parecía que acababa de rodar fuera de la cama.


Sus ojos se deslizaron hacia ella.


Paula se lamió los labios.


—Joder —gruñó él.


Sonriendo, metió el semi-duro sexo nuevamente dentro de sus pantalones, cerrando la cremallera, y abotonándolos. —¿Tengo que conducir?


—No. No, yo me encargo. —Puso las dos manos en el volante y asintió—. Sí, yo me encargo.


Sintiéndose cálida y satisfecha consigo misma, Paula se recolocó el cinturón de seguridad y se acomodó.


Pasaron varios minutos antes de que Pedro pareciera ser capaz de hablar de nuevo. —Guau. Eso fue… No hay palabras. —Una sonrisa torcida apareció en sus labios—. Es una maldita cosa buena que ningún fotógrafo haya tomado una foto de eso, sin embargo.


En ese momento, Paula olvidó todo. Volviéndose hacia él, se echó a reír a carcajadas. —Sí, no creo que la señorita Gore estuviera satisfecha con esas fotos

4 comentarios:

  1. Wowwwwwwwww, qué buenos caps x favorrrrrrr!!!!!!!!!!!! Están al límite los 2 jaja.

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  2. Están on fire jajajajajajaj !! Concretarn al fin ? Esta buena la nove..

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  3. Geniales los 2 capítulos! Imposible q estos 2 se separen por mucho tiempo!

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