miércoles, 1 de octubre de 2014

CAPITULO 31



El día antes de la víspera de Navidad era un día de descanso en el trabajo. Los empleados siempre se iban alrededor de las tres o más temprano. No había nada que hacer, pero eso estaba bien, porque Paula y Mariana estaban listas para la Gala y eso era todo lo que importaba.


Así que Paula jugó solitario en su ordenador y atendió sus cultivos en Farmville hasta que se encontró mirando su computador, pensando en Pedro.


Dios, había lucido increíble en el evento, la noche entera había sido increíble. Una estúpida, tonta sonrisa apareció en su rostro.


La cena de Navidad para los Nationals había sido perfecta y Pedro... quiso darse una palmadita en la espalda a sí misma por lo que pasó en su Jeep. Había estado muy malditamente perfecta.


Aunque, probablemente, no era inteligente hacer algo así de nuevo.


A pesar de que había dicho que no complicaría las cosas, pero pensó que se lo debía. Cuando la había dejado en su apartamento, ella había hecho una salida precipitada, sabiendo que si se quedaba un rato más, la noche hubiera terminado en sexo.


Su teléfono sonó, asustándola lo suficiente como para echarse hacia atrás de la computadora. —Oficina de Mariana Gonzales, ¿en qué puedo ayudarle?


—Señorita Chaves, ¿puede ver al Director Bernstein, por favor?


Paula se sentía como una tonta, ya que debería haber sabido que era una llamada interna. —Sí. Voy para allá.


Suponiendo que él quería algo referido a la Gala, cerró su internet, se adelantó y apagó el ordenador. Los escritorios fuera de la oficina de Mariana se encontraban vacíos. 
Roberto no estaba a la vista.


Balanceándose a la izquierda, pasó más allá de un árbol de Navidad y entró en la oficina del Director Bernstein. Su secretaria levantó la mirada con una sonrisa. —Adelante —dijo ella.


Paula abrió la puerta y se dio cuenta de que el director no estaba solo. Mariana estaba con él, y parecía enfadada. Su estómago se hundió mientras se sentaba al lado de su jefa. —¿Qué está pasando?


El Director Bernstein sonrió, pero parecía dolido, como si estuviera a punto de decir algo que realmente no quería. —Sé que has trabajado muy duro y muy de cerca con la señorita Gonzales en la Gala de Invierno para recaudar fondos, y realmente no hay suficiente gratitud que pueda expresar. Ambas han hecho un trabajo excelente.


Paula miró a Mariana, teniendo la sensación de que toda esta conversación realmente no tenía nada que ver con la gratitud.


—La Gala es tan importante para el Instituto y para el proceso de voluntariado —continuó el director—. Cada año, vemos un aumento de los asistentes y las donaciones y estas donaciones son las que mantienen departamentos como el que la señorita Gonzales maneja. No podemos darnos el lujo de perder ningún donante que desee tener una buena noche en la Gala sin la intrusión de la prensa.


Hielo bañó las venas de Paula mientras miraba al jefe de su jefa. Se obligó a respirar bien y lentamente. Esto tenía que ver con Pedro. Por supuesto, todo tenía que ver con Pedro ahora, su falso novio.


Cualquier pensamiento cálido y difuso que tuvo sobre él minutos antes se desvaneció como las donas que Mariana había traído esta mañana.


—Teniendo esto en mente, voy a tener que pedirle que no asista a la gala, señorita Chaves. —Esa maldita sonrisa titubeó—. Todo lo que implica a Pedro Alfonso se convierte en un circo mediático, y muchos de nuestros asistentes no quieren ser parte de un ambiente así.


Mariana se aclaró la garganta y dijo—: Para que lo sepas, no estoy de acuerdo con esto en absoluto.


Es curioso cómo las mejillas de Paula ardían cuando se sentía tan fría por dentro, pero estaría condenada si esta mierda con Pedro arruinaba algo por lo que había estado trabajando durante todo el año. Aunque, él parecía estar esperando asistir a la Gala con ella, sabía que no estaría demasiado molesto por haber sido excluido de la misma. —No tiene que asistir —dijo—. Puedo hacer esto sin él.


El Director Bernstein se inclinó hacia delante, cruzando las manos sobre la madera tan pulida que Paula podía ver su reflejo. —He pensado en eso, pero con o sin el Sr. Alfonso, la prensa le seguirá. ¿Cuántos días llevan esperando fuera para conseguir apenas una fotografía de usted sola?


Cinco, ¿pero quién estaba contando? La mano de Paula se curvó inútilmente en su regazo. —Puedo tratar de hablar con algunos de ellos. Pedirles que se mantengan alejados.


—Usted y yo sabemos que eso no va a funcionar. Son como buitres, y si creen que hay una posibilidad de que puedan filmarla a usted y al Sr. Alfonso juntos, entonces van a estar acampando fuera. No puedo tener ese tipo de prensa negativa en la asistencia. Lo siento, pero pienso en el mejor interés de la Gala y el Instituto.


Paula no estaba segura de lo que dijo a continuación, pero estaba segura de que asintió con la cabeza, concordando, y luego la reunión incómoda como el infierno había terminado. 


Se encontraba en un estado de estupor mientras se dirigía a su despacho y tomó su bolso.


Mariana lucía tan mal como Paula se sentía. —Lo siento mucho, Paula. Bernstein es un gran fanático de Nationals…


—Está bien. —En realidad no lo estaba, y lo último que quería era escuchar como el Director era un gran seguidor de Pedro en privado.


—En serio. Traté de hablar con él, pero hay un montón de severos conservadores que vienen a esta cosa y donan una tonelada de dinero.


Forzando una sonrisa que no sentía, le dio a su amiga un breve abrazo. —Está bien. Oye, me voy de aquí. Ten una buena Navidad, ¿de acuerdo?


—Paula…


Salió de la oficina, parpadeando para contener las lágrimas, pero con su cabeza en alto.


Mientras subía a su auto, envió un texto rápido a Pedro, para comprobar si se encontraba en casa. La respuesta fue un rápido sí y el viaje a su lujoso apartamento fue un borrón. 


Pensó que la no-invitación a Pedro a la Gala era mejor hacerla en persona.

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